Resistiendo pese a las circunstancias, que han obligado a cambiar su recorrido por la negativa de varios ayuntamientos de la zona de Savona a acoger el paso de la carrera por motivos turísticos y sanitarios, la 111ª edición de la Milán-San Remo propone un recorrido más largo y exigente que en los últimos tiempos.
No solo supera el límite de los 300 kilómetros por primera vez en décadas -con la neutralizada, que arranca desde el Castello Sforzesco de la capital lombarda y termina más de 10 km por fuera de Milán, llega incluso a más de 310-, sino que incluye nuevas cotas por la necesidad de evitar dicho área. Se estrenan, en esta ‘Sanremo especial’, el Niella Belbo, con unos 13 km de rampas suaves a mitad de carrera, y el Colle di Nava, también generoso, casi un falso llano y desde el que la carrera descenderá al mar mucho después de como lo hacía con el Turchino: restarán solo 70 km.
La eliminación de los ‘Capi’ supone que solo quedarán dos ascensiones después de Nava: los clásicos Cipressa (km 283,5), casi seis kilómetros al 4% de desnivel, y Poggio (km 299,5), con 3,7 km, al 3,7% de desnivel que a menudo, por el desgaste de los kilómetros y el tremendo ritmo de carrera, son suficientes para ver ataques por la victoria.